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118 ~ CIELOS

Hay un lugar en el más allá donde mora Dios. Dios está sentado sobre su trono en Los Cielos donde administra su reino. Solo los Ángeles y los hombres redimidos por la sangre de Jesucristo pueden entrar en su presencia. Jesucristo nos prometió ir a Los Cielos y preparar un lugar para los que hayan puesto su fe en Él. Dios es el Soberano de Los Cielos donde Él es Rey. En Los Cielos toda criatura adora a Dios, y Dios no comparte su gloria con otro. Por eso, nadie llegará a Los Cielos por sus propios méritos. Al instante que el creyente muere, aparece en la presencia de Dios donde Jesucristo está esperándole. Jesucristo va a presentarnos personalmente al Padre Celestial y vamos a estar con Él por toda la eternidad. Para los que han puesto su fe en Cristo y entienden que Jesucristo es el único mediador, no hay temor de la muerte. Confesamos con el Apóstol Pablo cuando él dijo en Filipenses 1:21 “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”

 

Juan 14:1-3

“No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, os lo hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo esté, vosotros también estéis.”

I Pedro 3:22

“Ahora él, habiendo ascendido al cielo, está a la diestra de Dios; y los ángeles, las autoridades y los poderes están sujetos a él.”

II Corintios 5:1-2,8

“Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Pues en esta tienda gemimos deseando ser sobrevestidos de nuestra habitación celestial......... Pues confiamos y consideramos mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor.”

Apocalipsis 21:21-23

“Las doce puertas eran doce perlas; cada puerta fue hecha de una sola perla. La plaza era de oro puro como vidrio transparente. No vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, para que resplandezcan en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara.”

Filipenses 3:20-21

“Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos ardientemente al Salvador, el Señor Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo de humillación para que tenga la misma forma de su cuerpo de gloria, según la operación de su poder, para sujetar también a sí mismo todas las cosas.”

I Pedro 1:3-4

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos; para una herencia incorruptible, incontaminable e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros”

II Pedro 3:10-13

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón. Entonces los cielos pasarán con grande estruendo; los elementos, ardiendo, serán deshechos, y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas. Ya que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡qué clase de personas debéis ser vosotros en conducta santa y piadosa, aguardando y apresurándoos para la venida del día de Dios! Por causa de ese día los cielos, siendo encendidos, serán deshechos; y los elementos, al ser abrasados, serán fundidos. Según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia.”

Hebreos 11:10,16

“Porque esperaba ciudad con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios..... Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse el Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad.”

Mateo 6:20

“Más bien, acumulad para vosotros tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban.”

I Corintios 15:51-55

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Porque sonará la trompeta, y los muertos serán resucitados sin corrupción; y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y que esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: ¡Sorbida es la muerte en victoria! ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”

Salmos 16:11; Apocalipsis 21:18; Apocalipsis 21:4;

Salmos 103:19; Génesis 14:22; Lucas 11:2; I Reyes 22:19;

Mateo 18:10; Efesios 1:10; Isaías 6:1; I Corintios 15:48-49;

I Juan 3:2; I Tesalonicenses 4:16-18; Apocalipsis 4:1-4;

Efesios 3:14-15; Colosenses 3:1-4; Colosenses 1:5; Hebreos 12:22-23

 


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