El mundo fue dañado grandemente cuando Adán pecó contra Dios. En aquel momento el aspecto del hombre fue cambiado de luz a las tinieblas. Antes de su caída, el hombre caminaba y conversaba directamente con Dios. La Biblia dice que Dios es luz y en ese entonces el hombre era inocente y brillaba de luz también. Cuando Adán pecó, se oscureció su semblante. Al momento que Cristo nos salva tenemos capacidad para brillar y reflejar su gloria. Los creyentes son luz porque testifican del poder de Dios que transforma el alma y la vida. Si el creyente es rebelde y peca contra Dios se apaga la luz de su testimonio.
Salmos 119:105